Food in Community es uno de los proyectos que hemos conocido en Totnes y que nos ha parecido
sencillamente genial. Es una pequeña empresa social que la pareja formada por
David Markson y Laurel Ellis creó en marzo de 2013. Ésta es su historia...
Acababan de terminar un curso de
horticultura, en el que habían comprobado con horror cómo los granjeros tenían
que enterrar, compostar o dar a los animales parte de la producción, perfectamente comestible, porque
resultaba antieconómico cosecharla o imposible venderla. Por tanto, se plantearon crear un proyecto
laboral cuyo objetivo sería abordar dos problemas relacionados con la
alimentación: el desperdicio y la alimentación de baja calidad.
Con esta intención de promover una economía alimentaria más
sostenible, han establecido relaciones comerciales, por un lado, con
productores locales orgánicos con sobreproducción o con frutas o
verduras fuera de tallaje, entre ellos Riverford Organic Farms, Tideford
Organic o School Farm CSA, para rescatar esa producción “descartable” para la
alimentación humana. Después, han encontrado destino para ellas en diversas
organizaciones sociales que proporcionan comida a públicos variados, centros de educación infantil, colegios, centros juveniles y otras iniciativas sociales, de forma que éstas¡s gastan menos en supermercados y utilizan más alimentos de calidad
y producción sostenible.
Según sus cifras, en torno a 40 toneladas de alimentos se
han recuperado y distribuido a alrededor de una decena de
organizaciones en los dos años de funcionamiento de la empresa. Pero, además de
esta actividad, que es la principal, han puesto en marcha un par de proyectos complementarios
muy interesantes: las sesiones de cocina “Out to Lunch” y el “Pay what you
feel” Café.
Las sesiones Out to Lunch son pequeños talleres para
enseñar nociones básicas de cocina a hombres mayores. La idea es crear un
ambiente cordial de trabajo en equipo, de modo que los hombres se interesen en
la cocina, preparen juntos un menú que luego se llevan a casa y, de paso, hagan
nuevos amigos. Uno de los participantes, Rod, de 70 años, comenta: “debe haber
un montón de personas, particularmente hombres, en la comunidad que no han
tenido la oportunidad de aprender a cocinar… quizá dar información en los
consultorios médicos sería útil sobre todo para gente que vive sola… los
doctores pueden detectar a personas solas o que no están cuidando de sí mismas
en términos de nutrición, ya que podrían beneficiarse mucho de un proyecto como
éste”.
Por su parte, el Pay what you feel Café consiste en una
convocatoria abierta al público que se organiza una vez al mes, aprovechando
los locales -siempre dispuestos a acoger todo tipo de iniciativas comunitarias-
de la Iglesia Metodista. Llegas, te sirves, te sientas, y degustas tu comida
saludable y tu cake en un ambiente agradable, amenizado además por música en
vivo que alguien ofrece (en las dos comidas a las que asistimos, hemos
disfrutado de un guitarrista-cantante y de un pianista jazz). Luego dejas unas
monedas, en función de tus posibilidades o tu disfrute.
Todas estas actividades son posibles porque a la pareja impulsora de la idea del “Food in Community” se le ha ido uniendo un imprescindible
conjunto de personas voluntarias que ayudan en todas las tareas necesarias,
desde la recogida y distribución de alimentos hasta la preparación de los menús
y la fregada subsiguiente que implican las comidas abiertas.
En fin, otro de los ejemplos inspiradores que nos meteremos
en la maleta de vuelta a España.